Corría el año 1.158 cuando el Abad Pelagio del Monasterio de San Clodio del Ribeiro D'Avia recogía en su testamento su ingente labor de recuperación de las tierras aledañas: "...planté viñas, que allí no había, roturé montes, poblé heredades y adquirí otras nuevas: en Lebosende, Leiro, Partovia, Pazos Hermos, Cuñas, Esposende, Meín... Todas estas cosas, las doy y concedo a dicho monasterio..."

Este documento recoge el punto de inflexión en la economía del Ribeiro que pasó de ser una zona deprimida debido a las incursiones moriscas y a la negligencia de sus gobernantes, a la prosperidad que duró siglos, apoyada en el prestigio de los vinos del Ribeiro.

Cuñas es uno de los asentamientos recolonizados como granjas en el s.XII bajo la influencia del Monasterio de San Clodio.

De esa época data la construcción de la bodega y el lagar que, junto con las fincas circundantes, constituye la propiedad que actualmente conocemos como Valdavia, situada en las proximidades del que fuera monasterio cisterciense y benedictino.

vinhedo

La bodega y los viñedos pasaron por diferentes manos desde su fundación bajo el dominio de San Clodio. A finales del s.XVI, Felipe II privó a muchos Monasterios de sus derechos jurisdiccionales, vendiéndolos al mejor postor. Si bien en su testamento ordena que sean restituidos, no es hasta principios del XVII cuando las propiedades de Cuñas regresan al Monasterio. A partir de ahí, es arrendada a diferentes granjeros hasta principios del XIX cuando la Desamortización de Mendizábal la deja en manos privadas definitivamente.

Fue mi abuelo, Antonio García Soto, quien a mediados del siglo pasado se empeñó en reagrupar las tierras colindantes a la bodega y el lagar y transformar los minufundios existentes en un pago de entidad y prestigio. Hombre de gran sentido común, inteligente y prudente, era una referencia para los principales corredores de vinos del Ribeiro, que acudían a él buscando consejo para encontrar las mejores pipas del valle del Avia. Antonio sabía de las propiedades de las suaves laderas de Cuñas para la elaboración de los mejores caldos.

Mi padre, Antonio García Carrasco, continuó la labor de mi abuelo, compaginando su actividad profesional en el mundo del derecho, con el cuidado del viñedo y la elaboración de sus vinos. Tras muchos años dedicando sus vacaciones a la vendimia, a finales de los 90 se jubila, y puede centrarse de lleno en la ampliación del viñedo. En 2004, junto con sus hijos, mi hermana María y yo, funda Valdavia e inicia la restauración de los edificios que componen la bodega, respetando materiales y elementos arquitectónicos, al mismo tiempo que se actualizan todos los medios técnicos necesarios para la elaboración de vinos de calidad.